Cuatro síntomas de que una empresa necesita cambiar su página web urgentemente

Aunque en la actualidad vivimos una clara apuesta de las pequeñas y medianas empresas por contar con una página web, muchas compañías ya se apuntaron a tener su carta de presentación digital hace años. Si tenemos en cuenta los numerosos e importantes cambios que se han producido en los dos últimos años en lo que a diseño web se refiere, cualquier página con más antigüedad y sin actualizar está en serio peligro de sufrir de ‘obsolescencia programada’, esa enfermedad tan de moda en el mundo de los electrodomésticos. No es que nuestra web vaya a dejar de funcionar de un día para otro (que también puede suceder), pero sí puede pasar de ser una aliada a ser nuestra peor enemiga en el terreno de juego on-line. Para detectar si su web sufre o está en riesgo de padecer obsolescencia, hemos recopilado algunos síntomas que un empresario debe tener muy en cuenta:
1. El diseño de mi web FUE muy moderno y vanguardista.
Pues también lo fueron los calentadores en los 80 y, por suerte, apenas han vuelto a los escaparates de las tiendas de ropa más de moda. Y es que cuando algo es muy llamativo corre el más que evidente riesgo de no superar la prueba del tiempo. En diseño web sucede algo similar. Si hace unos años apostamos por algo muy vanguardista, tenemos todas las papeletas de tener una web que sea una oda al feísmo, tal y como se entiende a día de hoy.
Por este motivo, la sencillez siempre es una buena aliada en lo que a estética se refiere y aunque ante una oleada de extravagancia visual pueda resultar un poco sosa, una web sencilla siempre resistirá mejor el paso del tiempo.
2. Mi web se ve fatal en el teléfono móvil.
Esto es igual que si la web no existiese. O peor: es como si la web estuviese mal diseñada, mal construida, mal, mal, mal… El resultado: así nos ven, así es la imagen que ofrecemos, fragmentada, inaccesible, inútil… Este es un problema al que se enfrentan actualmente muchas webs, ya que lo que se denomina diseño responsive (perfecta adaptación de una web a todos los dispositivos móviles) es algo bastante reciente. Con la llegada de los smartphones se trabajó en un diseño alternativo de las webs para los teléfonos (lo que se llamaba versión móvil), pero ni todas las web lo aplicaron ni ofrecía la mejor experiencia al usuario. En la actualidad, el porcentaje de internautas que se conectan a diario desde teléfonos móviles y tabletas crece semana tras semana y hay tramos de edad en los que ya se utilizan más los dispositivos móviles para navegar que los ordenadores. Nuestra web, por tanto, tiene que verse perfectamente en cualquier pantalla.
Y aquí, de nuevo, apelamos a la sencillez. Sólo hay que ver las tendencias en diseño web para este 2014 (recogidas en un artículo en A-Tres) para entender que la sencillez, la limpieza y el orden imperan a la hora de construir webs. Si bien puede tomarse meramente por una tendencia estética, también está muy relacionado con la necesidad de crear diseños que tengan una adaptación impecable a dispositivos móviles.
3. Tengo que actualizar la información de mi web y no sé cómo hacerlo.
Si han pasado varios años desde la creación de nuestra página web de empresa, es más que probable que hayan cambiado algunas cosas en nuestro negocio. Puede ser un cambio de número de teléfono o de ubicación del local comercial, quizás hayamos ampliado o reducido nuestro catálogo de servicios/productos, a lo mejor las fotos del personal que utilizamos para ilustrar la web ya no se corresponden con nuestra plantilla actual… Pueden ser un sinfín de pequeños o grandes cambios los que queremos y tenemos que hacer en nuestra página. Y nos encontramos con dos situaciones: recurrimos a la empresa que nos construyó la web para que nos realice cada cambio, pequeño o grande; o vamos dejando pasar el tiempo hasta que la información de web de nuestra compañía parece que habla de otra firma. En el primer caso, habrá que pagar, siempre y cuando la empresa informática siga existiendo (que esto de la crisis es un descalabro para todos). En el segundo caso, ¡QUÉ? Porque esa lucidez que llevó a muchas empresas a entender que en Internet se está queramos o no, que es mejor ser uno mismo el que cuente su versión de la historia y que una web corporativa es la versión digital de una tarjeta de presentación, esa misma lucidez parece perderse cuando se abandona la web a su suerte. Para muchos empresarios es como ese juguete que nos hace gracia unos días y después olvidamos. Pero allí sigue, contando siempre la misma historia. Da igual que crezcamos, en Internet siempre pareceremos tan grandes o tan pequeños como el primer día.
4. Mis estadísticas sólo cuentan hasta 10.
Si por un lado tenemos a los empresarios que abandonan a su web, por otro, nos encontramos con los entusiastas de su página, aquellos que miran día sí y día también (o varias veces al día) las estadísticas de visitas. Cuando inauguraron su web, se lo contaron a amigos, familiares, vecinos, clientes… y durante un tiempo (breve, normalmente) disfrutaron viendo cómo decenas de personas visitaban su página. Hasta que llegó la cuesta abajo. Y lo peor: el 0. Sí, ayer no hubo ninguna visita. Después de este ayer vendrán muchos más días de 0 y de 1, 2 ó 3. Lo que no vendrá es un repunte.
Lo que hay que preguntarse es: ¿por qué debería visitar esta página web? y ¿por qué debería volver a visitarla? La primera respuesta es evidente: para conocer la empresa y sus servicios. La segunda, en la mayoría de los casos, una incógnita. Si una web es estática, es decir, siempre ofrece el mismo contenido, puede motivarnos a ‘revisitarla’ para buscar el número de teléfono o la dirección del negocio, pero poco aliciente más nos ofrece. La clave aquí está en actualizarla. Igual que nos ponemos al día en nuestra empresa. Si incorporamos algún producto o servicio nuevo, hay que incluirlo en la web. De esta forma, se puede generar entre nuestra clientela (la actual y la potencial) una dinámica de visitas informativas, para estar al tanto de nuestras novedades.
Curiosamente, muchas empresas son conscientes de la necesidad de difundir sus novedades a través de publicidad o del Facebook, pero no en su web, cuando debería ser su principal canal de difusión informativa. Para convertirla en tal, hay dos opciones (no excluyentes): tener un portafolio de productos/servicios al que ir añadiendo las novedades y/o tener un blog, en el que contar todo tipo de historias sobre la empresa, desde relatos del día a día del trabajo a perfiles de nuestros trabajadores y, por supuesto, novedades en productos o servicios.
Explicados estos cuatro puntos, el mejor consejo para un empresario es que examine su web y si sufre cualquiera de estos síntomas, tome cartas en el asunto antes de que la enfermedad se propague de la red a la tierra. Porque a día de hoy el internauta no hace distinciones entre ámbito digital y ámbito físico y la cara que mostramos en un sitio debe corresponderse con la que tenemos en el otro.
María Sierra