La inexplicable presencia del diseño responsive en los listados de tendencias para webs para 2016

2015 se ha despedido con un buen puñado de artículos sobre las tendencias que regirán el diseño web en 2016. Lo habitual. Tentados hemos estado de elaborar nosotros mismos un texto con nuestras propias predicciones, puesto que sabemos por experiencia que este tipo de artículos de listas visionarias funcionan bien en clave de visitas. Al fin y al cabo, también hemos picado en cada uno de los titulares sobre tendencias con los que nos hemos topado. Tras leer sobre elementos en claro crecimiento, propuestas poco factibles de convertirse en estilo dominante y unas cuantas observaciones de lo más prescindibles, no deja de asombrarnos que a día de hoy haya quien apunte como tendencia para 2016 el diseño responsive.
Resulta inimaginable que a estas alturas el hecho de que las webs tengan el mismo nivel de usabilidad en los distintos tipos de dispositivos de navegación (ordenadores, tabletas y teléfonos móviles) aparezca en listados sobre futuribles. Y ahí está. Lo que debería ser un punto básico en el desarrollo de cualquier página, sigue siendo una cuenta pendiente para muchos. Incluso meses después de que Google anunciase, y pusiese en práctica, la penalización en su buscador para las webs que no ofreciesen una correcta navegación móvil, seguimos encontrándonos con páginas de empresas que incluso a día de hoy, con el tamaño actual de los teléfonos móviles, parecen requerir una lupa para poder ver su contenido. Y por si alguien no se ha dado cuenta, ese gesto no hace tanto tan habitual de agrandar con los dedos en las pantallas táctiles está desapareciendo al tiempo que aumenta el tamaño de las propias pantallas.
Estar por estar en internet no significa estar de cualquier manera
El quid de la cuestión está, quizás, en los motivos que llevan a las empresas, sobre todo a las pequeñas, a tener una web. No estamos ante razones buenas o malas, simplemente ante la ausencia de las mismas. O quizás ante una carencia más profunda: la de entender que una web es una herramienta de comunicación. Y comunica lo que nosotros queramos que comunique. Somos los primeros que afirmamos que cualquier motivo es válido a la hora de decidir tener una página web corporativa. Lo mismo vale que sea porque tu cuñado te ha dicho que todas las empresas tienen que tener web, aunque no tengas claro porque lo dice, o porque sinceramente crees que a día de hoy no hay compañía que se precie que no tenga esta mínima presencia en internet. Esta razón de ‘estar por estar’ es igual de válida que aquella que implica una elaborada estrategia digital. Pero si estás, aunque sólo sea por estar, no da lo mismo cómo estés.
Digamos que tienes una web meramente testimonial, que tu negocio va viento en popa en el mundo físico y no te interesa conseguir ningún efecto comercial con tu presencia digital, sólo estar. Pero el simple hecho de estar tiene un efecto en los internautas, crea una imagen de tu empresa no sólo entre un público que quizás no te interese, sino también entre aquel que ya es cliente en el mundo físico. El problema es que si estás con una web claramente fea o, peor aún, con una web con cero sentido de la usabilidad, transmite una imagen descuidada, poco seria y aún menos amigable. Y sí, puede que no tenga nada que ver con la sensación que transmites en el mundo físico, pero sin duda generar una desaliñada imagen digital no va reforzar el prestigio que te hayas currado antes de dar el salto a internet. Al contrario.
Así pues, una web que a día de hoy no se adapte perfectamente a todo tipo de dispositivos, cargando rápido, con una navegación sencilla e intuitiva, supone colgarle el cartel de chapucera a la empresa que representa. Por eso, nos resulta tan inexplicable encontrar todavía el diseño responsive en los listados de tendencias de 2016. Pero aún nos parece más asombroso que, en realidad, adoptar este diseño responsive todavía sea una tarea pendiente para muchas compañías.
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La foto es de Death to Stock.